Me gusta poder quedar con mis amigas y ponernos al día mientras hacemos un café, el mío siempre con leche de avena. Me gusta escuchar las historias de las personas, qué piensan y qué sienten, supongo que es una cualidad determinante si quieres dedicarte a la psicología clínica. 

Mientras nos tomamos el café, te contaría que no siempre quise ser psicóloga, es más, mi recorrido fue variando a lo largo de años. Lo que sí puedo decir con certeza es que siempre me ha gustado escribir. Cuando era pequeña e iba a tercero de primaria, nuestra maestra nos leyó un poema y me gustó mucho. Sin pensarlo mucho, escribí un poema que iba sobre una estrella y cuando se lo dí, ella lo leyó con atención y también se lo leyó a mis compañeros. Dijo que era muy bonito y lo colgó en una cartelera de la pared del aula. Mis compañeros aplaudieron y luego un par más se puso a hacerle un poema a la maestra, aunque ella solo colgó el mío y me dijo que si yo quería algún día sería escritora. Allí fue mi primer pensamiento sobre ello y descubrí que las palabras de las personas que tienes cerca son muy importantes e influyentes. 

Soy la hermana mediana de tres hermanos y siempre me ha gustado esta posición. Vivíamos en un pueblo con mis padres y recuerdo mi infancia pasando horas jugando en la plaza, estando con mis amigos y libre de las preocupaciones que a medida que te haces mayor te van acechando.

Podría definirme como una persona optimista y trabajadora. Creo que soy muy soñadora aunque muy realista y exigente conmigo y a veces con mi entorno. De mi grupo de amigas soy la que siempre está dispuesta a escuchar y pasarnos horas hablando y ellas también te dirían que soy la que le cuesta mucho saltarse las normas y la que pone cabeza en momentos más locos. Aunque cada día aprendo más a dejarme llevar y a no tenerlo todo bajo control, mi control. 

Mi pareja y yo hemos crecido juntos, ya que hace unos 15 años que estamos juntos. Nos gusta estar cerca observando cómo avanza el otro sabiendo que nos podemos sujetar el uno al otro cuando vienen curvas, siendo un punto de equilibrio que nunca falla. 

Como te contaba, no siempre quise ser psicóloga. A parte de escribir, no tenía muchas cosas claras y al terminar bachillerato decidí empezar el grado de Filología y literatura Catalana. Allí conocí a personas maravillosas y con las que aún mantengo contacto pero tenía claro que no era mi mundo. Sentía que había fracasado en mi elección y tenía miedo de decirlo y cambiar de rumbo, de empezar de 0 sin saber lo que quería. Tengo que decir que hasta que no enfermé – este es otro capítulo del que seguro que algún día hablaremos- no pude ver las cosas claras – aunque parezca lo más paradójico de mi mundo porque mi enfermedad fue ocular-. Finalmente, empecé el grado de psicología con muchas ganas porque siempre me había llamado la atención pero con más miedo de volverme a equivocar que de esperanzas en encontrar lo mío.